jueves, 6 de marzo de 2008

EL PARTIDO DE VUELTA


Confieso que el debate del lunes me sorprendió en un doble sentido: no esperaba tanto de Zapatero, y esperaba mucho más de Rajoy. He llegado a dudar, medio en broma medio en serio, si la estrategia del segundo no fue dejarse ganar, a fin de relajar la tensión de los votantes del primero y alarmar a los suyos, motivándolos de cara al domingo. Sin ánimo de ser exhaustivo, los hechos son los siguientes: 1) Rajoy perdió el debate, y 2) Zapatero lo ganó.

En mi opinión, Rajoy perdió el debate porque desaprovechó la ventaja de la última palabra reiterando un mensaje casi idéntico al del primer encuentro, cuando obtuvo un mejor resultado. No escuché una sola propuesta adicional, ni percibí esfuerzo alguno por anticiparse a la más que probable reacción del adversario. Tal vez la estrategia trazada, debido a una cierta soberbia insana de buena parte de los dirigentes históricos de su partido, fuera demostrarle a la gente su firme convencimiento en lo dicho hasta ahora, no alterando ni modificando una sola coma, ni reconociendo o rectificando un solo error (por cierto, citar la financiación autonómica y el I.V.A. de pasada no es preguntar sobre la economía, las cosas como son). Lo cual puede tener cierta lógica, pero no ayuda a ganar un debate electoral.

Y creo que Zapatero ganó el debate porque aprendió de los errores del anterior. Se le vio mucho más relajado y, a la vez, contundente. Más preparado, firmemente asentado en su libro blanco sorpresa (hasta el último momento, pues apuraron después el plazo para colgarlo en internet), cuya lectura y revisión aconsejo, introdujo muchas más propuestas (algunas para dentro de 12 años, no obstante), buscó y consiguió el famoso “efecto frase” en varias ocasiones, tensó hasta el límite la paciencia de Olga Viza (mucho mejor, por discreta y sutil, que Campo Vidal) mediante el truco de la interrupción corta pero constante y, en fin, ni reconoció error alguno ni se metió en ningún jardín.

Pero mientras Rajoy estaba dispuesto a perder el debate con tal de no soltarle la mano a la niña, Zapatero llegó a renegar de sí mismo con tal de ganarlo y llevarse el gato al agua, convirtiéndola en vino por el mismo arte de birlibirloque por el que convirtió sus mentiras sobre la economía hoy en verdades de ayer, las negociaciones políticas con ETA en inexistentes pese a PCTVs, ANVs y De Juanas, y la desmembración del estado de las autonomías en un simple desarrollo reglamentario del título VIII de la Constitución.

Por eso precisamente, pese a la simpatía que me producen los proyectos de Ciudadanos y UPyD en tanto impulso necesario para una futura regeneración de la vida política española, y no obstante sus múltiples desatinos, hoy creo que a España la vendría mejor el Partido Popular en el Gobierno o, cuando menos, condicionando la acción de éste como interlocutor necesario de un Partido Socialista en mayoría simple, que se vería forzado a pactar con él en lugar de con sus socios habituales; aunque espero que Rajoy, o quien corresponda, sea capaz de quitarse la coraza a partir del 10 de marzo, y sacudirse tanto cabezón que está de más desde hace cuatro años. Pues me consta que hay en el Partido Popular personas mucho más serias y preparadas que los primeros espadas mediáticos de este periodo que se cierra (en Palencia tenemos ejemplos claros de ambos), y que serán los primeros quienes le harán más merecedor en el futuro de la confianza de los ciudadanos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El cuarto párrafo no puede ser mas acertado. Describe el proceder habitual de ZP. Le da igual. Hoy dice una cosa y mañana la contraria si entiende que le puede beneficiar. En cualquier pais de nuestro entorno a un personaje como este le habrían mandado a contar gamusinos.

Anónimo dijo...

Muy buen análisis y muy bien contado. Comparto bastantes cosas de las que comentas. ZP es como para no opinar más de lo que ya hay.
En cualquier caso, a pesar de qe Rajoy no estuvo brillante y "ganó" Zapatero; pienso que la prudencia y la reserva que tras el debate lleva el PP le puede dar un buen resultado. Esta tranquilidad generada por el PP a pesar de los comentarios y provocaciones del PSOE, como digo, puede darle buen resultado al primero.