Hace
unos cuantos días coincidí en el banco con un antiguo vecino de la
avenida de Viñalta, Allende el Río. Oscar Triana quien, entre
ilusionado e inquieto, me contó deprisa su nuevo proyecto, el gimnasio ROOSGYM en la calle Romanceros, perpendicular a Manuel Rivera. Le
felicité por su valentía y espíritu emprendedor, especialmente en
estos tiempos, deseándole mucha suerte en su empeño, y recordé
entonces las dificultades que afronta el sector en nuestra ciudad
debido a la fuerte competencia del Patronato Municipal de los
Deportes.
Soy
el primero en sentirme orgulloso de la importancia que tiene el
deporte en nuestra ciudad. Esta seña de identidad de Palencia se
está reforzando con acierto mediante el apoyo decidido a toda clase
de actividades deportivas, desde las individuales más sencillas -por
todas, correr sin más, “sin que nadie te persiga” como dice el
tío Fernando- y complejas como el golf, hasta las colectivas más
populares como el fútbol o complejas y minoritarias hasta hace poco
tiempo, como el rugby.
Sin
embargo, para quienes intentan hacer del deporte un medio de vida y
una actividad económica la competencia de una empresa pública cuyo
déficit se asume con los fondos municipales, es decir con las
aportaciones de todos nosotros con el argumento de los beneficios
inmateriales que produce es, ciertamente, un perjuicio. Perjuicio que
si no recuerdo mal se puso de manifiesto en varias ocasiones por el
Partido Popular, cuando se encontraba en la oposición y acusaba al
entonces equipo de gobierno de hacerse campaña invirtiendo en el
Patronato y en perjuicio de la libre economía de mercado. No en vano
siempre ha sido más fácil ser liberal en la oposición, cuando no
se tiene la sartén por el mango.
Trébol de cuatro hojas. Tomo la imagen prestada del blog de Carolina Salas.
Más
o menos en los mismos días de mi encuentro con Oscar he sabido
también de la iniciativa de otra vecina de Allende el Río, Lidia Millán, ésta consistente en un gabinete de consultoría
independiente de belleza de la multinacional Mary Kay, abierto
recientemente en nuestra calle Mayor. Lidia concilia valerosamente, a
duras penas en ocasiones, su actividad empresarial con su vida
familiar, y ha capitalizado su prestación de desempleo para ser su
propio jefe, dueña de su destino. La deseo mucha suerte.
Como
le deseo también mucha suerte a Jesús, que gestionó hasta hace un
par de años el Refugio de nuestro Monte el Viejo y ha puesto en
marcha un nuevo Refugio volviendo a la vida un restaurante en la
calle Gil de Fuentes, antes Queipo de Llano. El local, que los
mayores recordarán como el Vidriales donde el padre del masón,
pintor y torero Ercilio Núñez tuvo su negocio durante años, fue
después Museo de la Cerveza y a continuación objeto de una
remodelación eterna e inconclusa que pude seguir debido a tener
entonces el despacho en el portal contiguo. Jesús ha superado una
dura prueba hace poco, ha perdido una cuerda de su guitarra pero con
voluntad y las restantes emprende de nuevo allí su actividad.
Señor
Montoro, señor de Guindos, señores de la Comisión Europea y demás
preclaros próceres y gestores ajenos a la realidad diaria, no se
equivoquen. Esto que les cuento no son “brotes verdes”. Esto que
les cuento, y otros de otros muchos emprendedores, son actos de
coraje, de raza y de valentía. A Ustedes les corresponde ahora,
antes de lanzar las campanas al vuelo, apoyarlos y respaldarlos.
2 comentarios:
Brotes verdes que darán sus frutos a estas personas, por la habilidad, el entusiasmo de salir adelante y sobre todo el mantenerse positivo.
No te preocupes por la foto del trébol, las que necesites de mi blog puedes utilizarlas. Justamente esta, la extraje de internet en su momento.
Gracias por tu visita.
Saludos
Gracias a tí!
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